29 de Julio 1819 – Nace Perucho Figueredo
El bayamés Pedro Figueredo Cisneros “Perucho” nació el 29 de julio del año 1819. Condiscípulo de Carlos Manuel de Céspedes y Francisco Vicente Aguilera, manifestó desde muy joven sus condiciones innatas para la música, al igual que sus inquietudes patrióticas.
Estudió la carrera de abogado a la vez que cultivaba la literatura y la música; y en unión de varios amigos participaba en la organización de actividades conspirativas contra España en la ciudad de Bayamo.
Por reclamo de algunos de sus compatriotas, que reunidos en su bufete debatían importantes planes del inminente alzamiento contra el poder de España, compuso la marcha que después se convertiría en el Himno Nacional cubano.
La reunión tuvo lugar el 13 de agosto de 1867, y en la madrugada del 14 Perucho Figueredo compuso las estrofas del Himno de Bayamo.
Se le llamó La Bayamesa por dos razones; primero con el objetivo de evocar La Marsellesa, himno francés convertido en símbolo de rebeldía para todos los oprimidos y segundo por nacer en la ciudad de Bayamo.
Habló con el maestro Manuel Muñoz Cedeño, para que la orquestara. Varios días después un grupo de patriotas la escucharon por primera vez ya orquestada. Tal fue la acogida que los revolucionarios dieron a la orquestación de la marcha, que Perucho decidió tratar con el padre José Batista para interpretarla al finalizar la misa en la iglesia, aprovechando que las festividades del Corpus Christie culminarían con el Te déum en el que estaría presente el gobernador español, casado con una cubana, Julián Udaeta.
Fue así, como en la iglesia mayor de Bayamo, el jueves 11 de junio de 1868, ante la concurrencia de personalidades y civiles, se estrenó nuestro himno.
Cuando el gobernador escuchó la marcha se sorprendió y mandó a buscar al director de la orquesta quien le informó que era una marcha del señor Pedro Figueredo.
El gobernador señaló a Perucho que la marcha no tenía nada de religiosa y sí mucho de guerrera a lo que este respondió: “Usted no puede determinar que este sea un canto de guerra puesto que no es músico”. El gobernador español quedó entonces con la duda. La marcha creada se popularizó, se silbaba por las calles, y presidió los actos de la sociedad La Filarmónica.
En los albores de la guerra de 1868, Perucho Figueredo creó junto a Aguilera y Francisco Maceo Osorio el comité revolucionario de Bayamo, que apoyó el alzamiento de Céspedes.
Iniciada la contienda bélica el 10 de octubre de 1868 y después del fracaso de Yara, el alto mando mambí determinó proceder a la toma de Bayamo, lugar más estratégico de la provincia para el primer golpe certero a las fuerzas españolas.
La toma se inició el día 18 de octubre a las siete de la mañana. La capitulación se firmó a las once de la noche del 20 de octubre de 1868 y marcó para la historia cubana, la primera victoria del ejército mambí.
Tras la ocupación, Perucho Figueredo montado en su caballo “Pajarito”, y en medio de una multitud enardecida, escuchó cuando se entonó su marcha y cómo el pueblo la secundaba. Extrajo una hoja de su cartera, cruzó una pierna sobre la montura del caballo y escribió la letra de la marcha. La hoja escrita pasó de mano en mano y el canto se multiplicó. Así, el 20 de octubre de 1868, en la primera ciudad libre de Cuba, se completó el nacimiento de nuestro himno nacional.
“Perucho” Figueredo además del creador del Himno Nacional fue un relevante patriota, nombrado jefe de Estado Mayor. Cuando se organizó en Guáimaro en 1869 el primer Gobierno en Armas de Cuba la Asamblea lo designo Mayor General y subsecretario de la Guerra, cargo que desempeñó hasta que por una delación, con los pies ulcerados y enfermo cayó en manos del enemigo en la hacienda Santa Rosa y fue conducido a Santiago de Cuba.
Ante el Consejo de Guerra que lo juzgó, exclamó: “Estoy seguro que a esta fecha mi puesto estará ocupado por otra persona de más capacidad, si siento la muerte es tan sólo por no poder gozar con mis hermanos la gloriosa obra de la redención que había imaginado y que se encuentra ya en sus comienzos”.
El 17 de agosto de 1870 Perucho Figueredo supo ser consecuente con lo que había expuesto en la marcha vibrante que él creara y que es hoy nuestro Himno Nacional; porque parado con firmeza ante el pelotón de fusilamiento, gritó: “¡Morir por la Patria es Vivir!”, la frase final del Himno Nacional de Cuba cuya música había sido creada por el propio Perucho en agosto de 1867.
El abogado bayamés Pedro Felipe Figueredo Cisneros fue uno de los hombres más destacados de la villa de San Salvador de Bayamo, una de las siete primeras poblaciones fundadas en Cuba por los conquistadores hispanos.
Conocido entre sus allegados como Perucho, este letrado cultivaba la música y sentía verdadera pasión por la literatura, de ahí que estuviera muy motivado por la poesía. Obtuvo sólidos conocimientos después de haber hecho estudios en La Habana y España, donde se graduó de Leyes, y luego viajó por varios países europeos, gracias a la holgada posición económica de su familia.
Su afán por la cultura lo llevó a fundar en Bayamo (1851) un gran centro cultural que se conoció como La Filarmónica, que luego se convirtió en punto de reunión de destacadas figuras de la época, como Carlos Manuel de Céspedes, José Fornaris, José Joaquín Palma y José María Izaguirre, entre otros.
En esa época fue acusado por infidelidad al gobierno español y más tarde obligado a marcharse de su tierra natal, para irse a la capital. La persecución siguió y durante 14 meses estuvo en prisión domiciliaria, tiempo que aprovechó para hacer estudios de táctica militar.
A pesar de estar muy vigilado, su vivienda se convirtió en un centro conspirativo y allí se creó el Comité Revolucionario de Bayamo. En una reunión secreta de esa organización, efectuada el 13 de agosto de 1867 en la casa de Perucho para planear acciones del movimiento independentista, se acordó que para el día siguiente el abogado preparara un himno que los identificara.
Durante la madrugada Perucho se esforzó y la solicitud se cumplió en tiempo. La composición se interpretó por primera vez durante una celebración religiosa en la Iglesia Mayor de Bayamo, y el 20 de octubre, luego del alzamiento de La Demajagua, en medio del júbilo revolucionario hizo público el texto que primero se conoció como La Bayamesa y hoy es el Himno Nacional de Cuba.
Una cobarde delación hizo que el patriota bayamés Pedro Felipe Figueredo Cisneros fuera hecho prisionero junto a otros conspiradores, el 11 de agosto de 1870, y días después, el 17 del propio mes, fueron fusilados en Santiago de Cuba. Pedro Figueredo y Cisneros (Bayamo, 1819-1870)
Abogado y aficionado a la literatura y a la música. Ostenta el alto honor de ser el creador del Himno Nacional cubano, expresión artística donde se entrecruzan el sentimiento de amor patrio y la decisión de combate, en la que el pueblo afirma y conquista su identidad plena, la guerra liberadora.
Nace el 29 de julio de 1819 en el seno de una rica familia de Bayamo. Realiza sus primeros estudios en el convento Santo Domingo de su ciudad natal. Fue condiscípulo de Carlos Manuel de Céspedes y Francisco Vicente Aguilera, entre otros. Continúa los estudios en La Habana y luego en España. Se gradúa en Leyes, viaja de nuevo a España y recorre varios países europeos.
Funda en 1851, junto a Carlos Manuel de Céspedes, «La Filarmónica», gran centro cultural de Bayamo y punto de reunión de ilustres personalidades entre los que se encontraban Juan Clemente Zenea, José Fornaris, José Joaquín Palma, José María Izaguirre y otros más. En estas tertulias se cantaba, recitaba y montaban obras teatrales que resaltaban la cubanía y el odio al colonialismo español.
Desde 1852 es vigilado por sospechoso de infidelidad al gobierno colonial. En 1854 es obligado a residir en La Habana.
En 1857 publica, junto a José Quintín Suzarte y Domingo Guillermo de Arozarena, en el periódico El Correo de la Tarde y en la revista siboneyista La Piragua, varios trabajos de los que han llegado hasta nosotros Excursión a la gran sabana de Yara y la contradanza La Piragua. Escribió algunos artículos sobre costumbres cubanas. Fue masón de la Logia Redención, presidida por Francisco Aguilera. Regresa a Bayamo en 1858.
En 1861 es condenado a 14 meses de arresto domiciliario, ocasión que aprovecha para estudiar Táctica Militar. Su casa se convierte en centro conspirativo y fue el lugar donde se constituyó el Comité Revolucionario de Bayamo.
El 14 de agosto de 1867, en horas de la madrugada, compone La Bayamesa, marcha guerrera que guiaría las fuerzas de la rebelión en Bayamo. Fue tocada por él, al piano, esa misma noche al constituirse el Comité Revolucionario de Bayamo, y se ejecuta el 11 de junio de 1868 durante las celebraciones de la fiesta religiosa del Corpus Christi, en la Iglesia San Salvador de Bayamo, bajo la dirección del maestro de obra, músico y director de orquesta Manuel Muñoz. Poco después recorre las calles de la ciudad a la par de la procesión festiva.
El 10 de octubre de 1868 se pronuncia Céspedes en La Demajagua y Figueredo determina seguirlo y se incorpora al Ejército Libertador, donde alcanzó el grado de General.
El 20 de octubre de ese mismo año, durante la toma de la ciudad de Bayamo, el pueblo le pide a Perucho la letra de esa música que todos conocían y comienzan a cantarla al unísono.
Cae prisionero el 11 de agosto de 1870, enfermo de tifus, bajo la persecución de que hicieran objeto las tropas españolas a algunas familias insurrectas, entre ellas la suya.
De esta manera fue ejecutado junto a Rodrigo e Ignacio Tamayo el 17 de agosto de 1870 por el delito de «infidelidad» a la patria, el hombre, cuyas últimas palabras fueran: ¡Morir por la patria es vivir!
Este abogado y hacendado conspira en la sociedad de recreo y en la logia masónica de Bayamo junto a Céspedes, Jesús Fornaris, Francisco Maceo Osorio… El 13 de agosto de 1867 funda en su casa el Comité Revolucionario de la ciudad y crea la marcha que titula La Bayamesa.
El 11 de junio de 1868 logra que se toque en la Iglesia Mayor de Bayamo, pero las autoridades se dan cuenta de que es un himno guerrero. El 20 de octubre de 1868, Bayamo es tomada por Carlos Manuel de Céspedes y, en medio de la alegría, los bayameses le piden a Perucho la letra de su marcha.
Entonces, él saca papel y lápiz, cruza una pierna sobre su caballo, ¡y la escribe! Es copiada y cantada por aquel pueblo heroico, que incendió su ciudad antes de entregarla. Y desde entonces los cubanos cantamos con orgullo patriótico el Himno de Bayamo, nuestro vibrante Himno Nacional.
Poco antes de ser fusilado en 1870, Perucho gritó a los soldados españoles que lo iban a ejecutar: ¡Disparen, que morir por la patria es vivir!
Perucho Figueredo ejemplo de dignidad e hidalguía
Para el cubano su himno nacional es el más hermoso que hombres y mujeres hayan interpretado jamás.Desde cualquier parte de la Isla escuchar la música que convoca a conseguir libertad al precio de la propia vida es símbolo de respeto, pero también de orgullo e independencia.
Y es que el Himno Nacional cubano es un llamado a la batalla; y una de las expresiones mas vehementes de la voluntad y el deseo de libertad que caracteriza a esta Isla.
Tal vez la razón para que el Himno Nacional cubano fuera un llamado al combate es que nació de las manos de uno de los más grandes libertadores que tuvo Cuba en todos los tiempos.
Cuenta la historia que Perucho Figueredo escribió las letras para este himno montando su caballo de pelea. Y no sólo compuso estas estrofas como un verdadero acto subversivo contra la corona española, sino que dedicó su vida a lograr la independencia de Cuba del colonialismo español.
La mezquindad de la Metrópolis hizo que se capturara a un Perucho Figueredo enfermo del tifus a la edad de 51 años en la ciudad de Las Tunas y lo condenaran a muerte por un tribunal militar en Santiago de Cuba.
El 17 de agosto fue fusilado en esa ciudad oriental, pero antes de matarlo quisieron negociar su vida a cambio de que este abandonara la lucha, a lo que contestó: “Estoy en capilla y espero que no se me moleste en los últimos instantes que me quedan de vida’’.
El Mayor General Perucho Figueredo dejó de existir en aquel año de 1870, pero el ansia de libertad expresado en la marcha combativa quedará para la historia, porque como se le enseña a los niños desde muy pequeños ese es el Himno Nacional o el Himno de Perucho Figueredo.
Y es que camino al cadalso no dejaba de repetir que “Morir por la Patria es Vivir’’ y tuvo razón porque 147 años después se le sigue recordando en el reino de este mundo.
14 de Julio 1867 – Perucho Figueredo compone el Himno de Bayamo
La letra y la música del Himno de Bayamo, devenido Himno Nacional, fueron compuestas por el abogado y patriota bayamés Pedro (Perucho) Figueredo. Según la versión del historiador cubano Ramiro Guerra, a mediados de agosto de 1867, en el bufete de Figueredo, durante una reunión en la cual también participaron Francisco Maceo Osorio y Francisco Vicente Aguilera, los reunidos convinieron en la necesidad de componer un himno que, a semejanza del himno francés “La Marsellesa”, enardeciera los ánimos. En la madrugada de aquella misma noche, el 14 de agosto de 1867, quedó compuesta la música del Himno de Bayamo, que fue orquestado por el músico bayamés Manuel Muñoz. El 20 de octubre de 1868, al ser tomada la ciudad por las tropas insurrectas, entre el júbilo por la victoria y el tarareo incesante de la música por parte de la multitud, Figueredo sacó lápiz y papel de su bolsillo y, sobre la misma montura de su caballo, llevó a versos la melodía ya conocida y lo repartió entre los congregados. Surgía así, en labios del pueblo y dentro de los combates por la liberación, el Himno Nacional de Cuba.
Abogado, poeta, y propietario rural, Pedro Figueredo Cisneros, Perucho, forma parte de la trilogía bayamesa que encabezó la conspiración para el levantamiento del 68. Cuando tuvo noticias de que Céspedes se había alzado en Manzanillo y marchaba hacia Bayamo, decidió a los indecisos: “Yo iré con Carlos Manuel a la gloria o al cadalso”, dijo y se lanzó al campo del honor. Cooperó en la Toma de Bayamo y en el gobierno provisional de Céspedes fue su secretario del Despacho al constituirse la República.
Inválido por las penalidades de la manigua, mientras se reponía en una ranchería mambisa, fue capturado por Valmaseda, conducido a Santiago de Cuba y fusilado en 1870.
Su gloria se completa y agiganta al ser el autor de la letra y la música de nuestro Himno Nacional.